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Lázaro Carrillo Guerrero
(Universidad de Granada)
Resumen
El discurso se procesa y el texto se produce en la acción e interacción
de una determinada situación comunicativa. Donde las intenciones o propósitos
comunicativos de los participantes, sus actitudes, su carga ideológica, sus
modelos mentales, etc. traen a esta situación una dimensión retórica. En esta
dimensión retórica, el ciclo texto-contexto se desarrolla en un determinado
registro, que se acomoda comunicativamente a la situación dentro de la
complejidad y variabilidad del uso de la lengua. De modo que en la práctica del
discurso, aunque hablemos genéricamente, o hagamos un uso genérico de la
lengua, siempre lo haremos dentro del marco del registro: donde se actualiza la
lengua y se actualiza el contexto de cultura (el género). Aquí, el género
cumple una función retórico-argumentativa al estar posicionado socialmente en
el discurso. Y el registro de desarrolla como un marco retórico-gramatical de
naturaleza argumentativa.
Índice:
1. Introducción
2. Contexto
3. Variación
4. La práctica del discurso
5. Género
6. Registro
7. Conclusiones
1. Introducción
Los textos y los discursos se construyen
mediante selecciones hechas en respuesta a la situación retórica o situación
comunicativa. Y desde una perspectiva
pragmática[1], los usuarios de la lengua no solamente actúan como individuos, sino que
también actúan formando parte de una comunidad, una cultura y una ideología.
Allwood (1978:147) sitúa en el centro de esta perspectiva a la comunicación
lingüística como acción e interacción entre el receptor y el
emisor. Donde el emisor ejecuta actos comunicativos de varios tipos: siendo
unos verbales y otros no verbales. Y el receptor reacciona a estos actos
comunicativos: entendiéndolos o no, siendo influenciado emocional y
cognitivamente o no, tomando posiciones y formando actitudes con respecto a lo
que oye, y reaccionando con su conducta.
Por
tanto, desde esta perspectiva, hablar de texto y de discurso no es sólo hablar
de unas prácticas discursivas o de unas codificaciones sociales genéricas, bien
de acuerdo con las diferentes disciplinas (géneros literarios, religiosos,
periodísticos, políticos, etc.), o bien dentro de cada disciplina (la tragedia,
el sermón, la editorial, etc.). Hablar de texto y de discurso es hablar,
principalmente, de registro. Hablar
de texto y de discurso es hablar de un producto y de un proceso en una
situación y en una acción e interacción determinada. Acción e interacción
durante ese proceso, el momento en que el discurso tiene lugar; y acción e interacción en la potencialidad comunicativa de ese producto, cada
vez que ese texto establece un acto comunicativo. Es muy normal, hoy en día,
que un mismo texto establezca actos comunicativos a muy diferentes receptores,
y permanezca para hacerlo a lo largo del tiempo[2].
Dos ejemplos muy evidentes de ello, y a la vez diferentes entre sí, son el
texto, The Cathedral Church of the
Blessed Virgin Mary in Salisbury, que se puede encontrar, repartido por los
bancos, en la catedral de Salisbury, y el texto de la página web,[3] Low Tar
Exposed: the truth about smoking ‘lights’ and ‘mild’.
El texto primero se sitúa en la catedral de Salisbury, donde se realiza una práctica religiosa de oración y participación
colectiva, a través del discurso que se realiza por toda esa participación
colectiva y ritualizada, y del texto y su significado extraído individual y
colectivamente. El texto segundo se sitúa en Internet, donde, individualmente,
se realiza una práctica interpretativa eligiendo interactivamente (con el
puntero del ratón), en la página web, los diferentes textos que se ofrecen, y
que posiblemente en cada usuario tanto el orden como la construcción o suma de
textos elegidos, así como la interpretación, será distinta. Pudiendo coincidir
o no con la unidad semántica de la página web,[4]
y con la que construyan otros usuarios. En ambas situaciones, la potencialidad
comunicativa de los textos será realizada o actualizada por muy diferentes
usuarios diacrónicamente.
El que existan unas formas de
estructuración o planificación del contenido referencial (estructura narrativa,
conversacional, etc.) y la utilización de unidades lingüísticas más o menos
específicas (deícticos, tiempos verbales, tematización, etc.), indican no sólo
el carácter genérico del discurso o texto, sino que por encima de ese carácter,
el uso de estas formas y unidades son producto de un tipo de registro. Por ejemplo, una carta es una
género discursivo, con una forma típica, aunque haya algunas variedades tales
como: comercial, formal, informal, etc. Pero esta carta, este género, puede
tener muy diferentes registros, todo ellos dependiendo de las categorías
situaciones. Así, el texto siguiente: Here
for a week with my sister. Been trying out my German. Lesley, pertenece al
género de la tarjeta postal, pero su peculiaridad lingüística viene
determinada, más bien, por su registro. Las elipsis del pronombre personal I, de los verbos have been / have, del
encabezamiento (Dear, etc.), y de la
despedida (Love, etc.) vienen dadas
por una categoría de situación comunicativa más bien informal y de confianza y
conocimiento entre los interlocutores, que hace que se diferencie de otras
tarjetas postales de su mismo género.
2. Contexto
Todo tipo de significado es procesado
mediante su contextualización (Lemke, 1988:165; Pellowe, 1990:69). La noción de
contexto se puede definir de diferentes formas, y es compleja en sí misma y en
relación con el texto[5].
Ya que esta relación no se limita al texto, sino que también y más directamente
a los interlocutores y a su situación comunicativa (bien inmediata a la acción
de la lengua o bien en una situación más amplia). Así, se puede hablar del
contexto lingüístico (las diversas unidades que se combinan), del contexto
interaccional (la organización regular de las intervenciones lingüísticas), del
contexto social (las acciones verbales de la gente situadas social,
institucional, e ideológicamente), y del contexto de la situación comunicativa que
tiene lugar[6].
Ante
la complejidad que el concepto de contexto desarrolla en los estudios de
lingüística, Martínez-Dueñas (1992:168-9) plantea la necesidad de utilizar el
término con precisión, y especificar la base de la que se parte. Él, situándose
en el origen y desarrollo de este concepto, hace dos precisiones importantes
para abordar su tratamiento: 1) la necesidad de distinguir entre el uso del
contexto lingüístico y del contexto situacional, o del uso lingüístico del
contexto, frente al uso no lingüístico, y 2) de contemplar su dimensión en una perspectiva retórica, donde, además de
los componentes de la significación y la estructura, de ambiente y de
adscripción, adquieren relevancia la intención comunicativa y su efecto.
En esta perspectiva retórica, el
conocimiento que los hablantes y oyentes presuponen conocer, y cómo este
conocimiento guía el uso de la lengua y la interpretación del significado está
inmerso en la variabilidad de la situación comunicativa. Y en esta situación o
interacción comunicativa, tanto la información textual como la información
contextual (en conjunto, la información pragmática) es procesada cognitiva y
adecuadamente por el hablante y oyente para realizar el acto comunicativo.
Fowler
(1996:111-116) afirma que el estudio de la lengua como discurso
requiere prestar atención a los participantes en la comunicación, y a las
acciones que ellos realizan al pronunciar los textos y los contextos dentro de
los cuales el discurso es llevado. Y conecta texto con contexto a través de la
función interpersonal de la lengua. Él distingue tres tipos de contextos:
contexto de expresión, contexto de cultura y contexto de referencia[7].
Lemke
(1988:159-168) manifiesta que la estructura de un texto es el resultado de
prácticas sociales estructuradas que crean ese texto. Él añade que la
estructura de un texto es una estructura de actividad característica de una
comunidad, siendo secuencias de opciones dependientes del contexto.
Y
Halliday (1978) afirma que el texto está incrustado en un contexto de situación
(también es al revés, la situación está expresada o encerrada en el texto
(pág.141)), siendo este contexto de situación una estructura semiótica. Considera (págs.61-2) a los factores
situacionales como determinantes del texto, y lo ejemplifica en la triádica
fórmula usada por Halliday, McIntosh y Strevens (1964)[8],
con sus categorías de campo, tenor, modo:
Campo
es la clase de acción social o tema que está teniendo lugar y que está
generando el texto, incluyendo las intenciones
o propósitos del hablante o
escritor. Es por tanto el contenido o área de interés central a la situación.
Abarca dos factores situacionales: el escenario en el cual el discurso tiene
lugar, y el tema o sucesión de temas. La relación entre ambos factores varía de
un texto a otro, en un abanico que va desde: donde ambos pueden coincidir, a
una escasa o nula coincidencia de ambos. Pueden hacerse, también, distinciones
entre escenario inmediato, el que se puede ver y oír, y el escenario más amplio
al inmediato; entre situación práctica con su propio escenario, y
situación imaginaria (ficticia) con su característico escenario. Existe un
tercer factor, importante a tener en cuenta y relacionado con las intenciones y
propósitos del hablante o de los escritos, es la ideología, que se podría definir como la manera en que el hablante
entiende y actúa sobre su experiencia.
Tenor
es la relación entre los participantes en el acto comunicativo y su tipo de
interacción; abarcando una relación íntima, muy formal, informal, temporal, permanente,
etc., el estatus y el rol de los participantes, sus actitudes, intenciones,
relaciones sociales, etc.. Tenor puede ser definido como el ambiente personal
del texto, y es particularmente importante en el estudio de la conversación. Se
puede establecer un tenor inmediato formado por las relaciones personales
establecidas cara a cara, y un tenor más amplio y general formado por los
esperados roles que la sociedad asigna a los hablantes. Tenor también es
expresado a través de las expresiones faciales, la dirección de la mirada,
gestos y postura. El factor ideológico,
visto en campo, también interviene aquí relacionado con las actitudes e
intenciones de los participantes; y a esto se podría añadir el aspecto de la
sinceridad en la interacción comunicativa, y la actitud del hablante o escritor
hacia el tema.
Modo es
el medio usado como canal de comunicación, la manera en la cual el contenido es
comunicado: hablado, escrito, improvisado, preparado, etc., y el género o modo
retórico del texto, como narrativo, didáctico, persuasivo, etc... Todo ello,
seleccionado y realizado por los participantes para una determinada situación,
influirá en la organización del texto, su vocabulario y gramática. Se trata,
pues, de la función del texto en el evento comunicativo. Modo no debe de
entenderse como la sustancia física de la lengua: sonidos o grafías, sino como
las condiciones y organización de la lengua para la
comunicación. El contraste más importante aquí es entre lengua hablada y
escrita, y por ello en el mismo o diferente escenario físico y temporal.
Estas categorías, campo, tenor, modo, son
más determinantes del texto que incluyentes en el texto, y constituyen un registro con unos determinados rasgos
lingüísticos asociados a unos determinados rasgos situacionales (Halliday y
Hasan, 1976:22-23; Halliday, 1978).
Además, Halliday (1978) establece tres
grandes funciones, o metafunciones,
del lenguaje en un contexto social, y que por tanto constituyen tres
componentes funcionales-semánticos interviniendo en el sistema lingüístico del
texto: la función conceptual, interpersonal y textual:
La Función conceptual, es la expresión del contenido; el uso de la
lengua para representar cosas, ideas y relaciones. El contenido puede ser sobre
el mundo físico que nos rodea o sobre el mundo interior del individuo. Así,
pues, se puede decir que tiene dos partes: la conceptual (representación de la
experiencia, o del contexto de cultura, en términos de Malinowsky) y la lógica
que expresa las relaciones lógicas abstractas que derivan de la experiencia.
La Función interpersonal, es el uso de la lengua para interactuar con
otros, expresando nuestros sentimientos y actitudes. Tiene que ver con las
funciones social, expresiva y conativa de la lengua. Y es el conjunto de estructuras
gramaticales, palabras, entonación, etc., que permite persuadir, suplicar,
pretender, etc.
La Función textual, es el uso de los recursos que la lengua posee
para crear texto. Entendiendo que texto es una unidad de significado. Se trata
pues de dar al texto significado: organización, continuidad, información,
énfasis, etc.
Con todo esto, Halliday (1978:117-8)
establece una correlación entre la situación, el texto y el sistema semántico.
Donde el componente semántico conceptual
es activado por los rasgos del elemento situacional campo (the observer function of language); el componente interpersonal por los rasgos del
elemento tenor (the intruder function);
el componente textual por los rasgos
del elemento modo (the relevance function)[9].
Así,
Halliday (1978:125) explica que de esta manera, las propiedades semióticas de
un particular tipo de situación, su estructura en términos de campo, tenor,
modo, al sacar una red de opciones de los correspondientes componentes
(conceptual, interpersonal, textual) semánticos, determinan la configuración
semántica o registro: el potencial
de significado que es característico del tipo de situación en cuestión y que es
realizado en lo que se conoce como "variante del habla". En
definitiva, circunscriben la forma lingüística de la interacción social: el
texto.
En
todo este panorama, convenimos con Halliday y Hasan (1985) en definir: a) al
contexto como un complejo dinámico de niveles y formando parte de una
interacción continua, b) y al texto como un producto complejo de significados
producidos en cada nivel de ese complejo contextual variante. Ellos (págs.48-9)
trazan cinco periodos en este ciclo de texto y contexto, los cuales nos parecen
muy completos para capturar la variabilidad en la que se mueve el ciclo texto-contexto:
1.
El texto como construcción metafuncional: un complejo de significados
Conceptual, Interpersonal y Textual.
2. El contexto de la situación: la configuración
de los rasgos de campo, tenor y modo que especifican el registro del
texto.
3. El contexto de cultura: el fondo
institucional e ideológico que da valor al texto y conduce su interpretación.
4. El contexto intertextual: las relaciones con
otros textos, y las apropiaciones que, desde aquí, se hacen para otras
construcciones textuales.
5. El contexto intratextual: la coherencia
dentro del texto, incluyendo la cohesión lingüística que abarca las relaciones
semánticas internas.
Por otro lado, nos parece importante
mencionar la crítica que Dijk (2001) hace del concepto de contexto utilizado
por la lingüística sistémico-funcional, y su propuesta de contexto como modelo mental. Propuesta que creemos que complementa
los cinco periodos del ciclo texto-contexto de Halliday y Hasan (1985). Para
Dijk (2001), tanto las categorías contextuales como las (meta) funciones
generales, son: más bien vagas (incluso entre los lingüistas
sistémico-funcionales hay variedad de definiciones y de categorías),
fragmentadas, heterogéneas (nociones teóricamente muy diferentes han sido
descritas para estas categorías), teóricamente poco productivas e inertes
(apenas han cambiado en años), y no son originales (en su mayor parte proceden
de la variación estilística). Sin embargo, para él, esta orientación
lingüística ofrece a la teoría del discurso sensible al contexto, su principal
contribución “funcional”: la manera en la que el registro se relaciona con la gramática y las propiedades del
discurso. Pero, Dijk (2001) propone que los contextos no deberían ser definidos
en términos del tipo de situación social en la que los discursos son
producidos, sino, más bien, como una representación mental o modelo construido por los interlocutores que
participan en tal situación (véase Dijk, 1999). Las situaciones sociales, y sus
propiedades, pueden no influir directamente sobre cómo las personas escriben,
hablan o comprenden los textos o las conversaciones. Estas propiedades pueden
llegar a ser relevantes para el discurso sólo cuando los participantes les
prestan atención y les otorgan carta de naturaleza propia. Siendo estos modelos
mentales que se construyen los que pueden funcionar como el vínculo necesario
entre las situaciones sociales y el discurso. Es decir, los contextos no “están
fuera”, sino “dentro”.
En esta línea, y en la práctica de la
contextualización en el campo de la lingüística interaccional (Gumperz, 1999),
el contexto es considerado no como algo ya dado en la interacción, sino que es
algo que se proporciona en el transcurso de ésta, y su construcción depende de
las prácticas inferenciales de acuerdo con las convenciones que los hablantes
puedan o no compartir. Se habla, entonces, de unos indicios de
contextualización sobre los que pueden actuar los hablantes, y que Gumperz
define así:
“…any verbal sign which
when processed in co-occurrence with symbolic grammatical and lexical signs
serves to construct the contextual ground for situated interpretations, and
thereby affects how constituent messages are understood.” Gumperz
(1999:461)
También
en Conversation Analysis se contempla
la construcción activa del contexto, por los participantes, en un proceso
dinámico de producción e interpretación verbal, y a través de “the detailed structure of talk, as
articulated through sequential organisation” (Goodwin, 2000:1520).
Todo este panorama nos conduce a la ya citada
perspectiva retórica del contexto comunicativo (Martínez-Dueñas, 1992), donde
adquieren relevancia la función interpersonal (Martínez-Dueñas, 1992; Fowler,
1996; Dijk, 1999, 2001; Gumperz, 1999; Godwin, 2000) con una intención
comunicativa y un efecto entre los interlocutores.
3. Variación
La complejidad y la variabilidad del uso de
la lengua ocurren, utilizando términos de Halliday (1978), en la lengua como
sistema, y en la lengua como institución. Y es obvio que la variación[10]
en el uso[11]
de la lengua depende decisivamente de la interacción llevada a cabo, y del
escenario social determinado. La variación es un producto de la interacción de
la lengua con el sistema social (Halliday, 1978:74). Pero, el fenómeno de la variación conlleva
otro (centrada en esa perspectiva retórica que hemos mencionado) que es el de
la acomodación[12]:
la adaptación a los interlocutores y a la situación. Con respecto a este
fenómeno, Fowler (1996) señala el hecho de vivir en una sociedad inmensamente
diversificada, lo cual trae consigo dos consecuencias que se corresponden entre
sí:
“First, the individual is born
into, and socialized into, the experience of a particular section of society;…
Second, the circumstances in which communication occurs are tremendously
varied, and they bring forth very different modes of language and thought.”
(Fowler, 1996:32)
Y el que la lengua no sea un fenómeno
homogéneo, sino más bien un complejo de diferentes modos de uso, nos induce a
pensar que estos modos de lengua y pensamiento se mueven de acuerdo a unas orientaciones retórico-argumentativas
(orientación en el uso de la lengua hacia una comunicación y a un entendimiento
eficaz), de tal forma que:
― La noción de “variedad” denota cualquier forma de lengua,
distintiva y reconocida, que tiene un rol comunicativo y específico en una
sociedad (Fowler, 1996:186).
― El concepto de “variables lingüísticas” (introducido por Labov[13])
son un conjunto de maneras de decir la misma cosa, donde las selecciones entre
las variantes de una variable lingüística están influenciadas por fuerzas
sociales y lingüísticas (Fasold, 1990:264).
― El concepto de “mercado lingüístico”, que es otra manera de
entender la variación en el lenguaje, pone el énfasis en la necesidad que tiene
el hablante de usar formas de lengua socialmente aprobadas, por razones de
economía (Fasold, 1990:265).
― Toda variación es potencialmente significativa, ya que
cualquier conjunto de alternativas puede (pero no necesita) llegar a ser
portador de informaciones y valores sociales (Halliday, 1978:190). Así, la
variación según el dialecto expresa la diversidad de las estructuras sociales,
mientras que la variación según el registro expresa la diversidad de los
procesos sociales (Halliday, 1978:2).
4. La práctica del discurso
En toda esta complejidad y
variabilidad del uso de la lengua existen unas estructuras lingüísticas o
comunicativas en equilibrio con unas estructuras contextuales específicas,
tales como ciertos guiones para individuos, grupos o instituciones, modos de
conversación, modelos configurados de interacción social, o modelos de
producción literaria. En este sentido, Hymes (1986:65) afirma que las personas,
eventos, y grupos tienen tendencias, disposiciones y estilos que son
característicos y reconocibles para los demás; no experimentando la interacción
conversacional ordinariamente como un caos.
Fairclough (1995:60) establece que la
práctica del discurso[14]
implica un uso normativo de los tipos de discursos (géneros y discursos) y una
mezcla creativa de ellos. La práctica
convencional del discurso, o uso normativo, es realizada en un texto que es
relativamente homogéneo en sus formas y significados; mientras que la práctica creativa del discurso es
realizada en un texto que es relativamente heterogéneo en sus formas y significados.
La práctica creativa del discurso puede ser gradualmente compleja en términos
del número de géneros y discursos mezclados, y en la manera en que ellos están
mezclados. Así pues, los tipos de discurso pueden conformar complejas
configuraciones de varios géneros y varios discursos, o pueden construirse
fielmente con géneros y discursos individuales.
Por su parte, Biber (1989, 1995), y Biber y
Finegan (1991) distinguen entre tipos de texto, definidos sobre la base de
criterios estrictamente lingüísticos (similitudes en el uso de rasgos
lingüísticos concurrentes), y géneros, definidos y distinguidos sobre la base
de criterios no lingüísticos sistemáticos y sobre una base externa relacionada
al propósito del autor o hablante.
Nosotros entendemos que el género es un
texto o discurso, o un fragmento[15],
o inclusive una expresión de este texto o discurso, compartido en una comunidad
o cultura, con unas características lingüísticas para abordar un objetivo
comunicativo. Pero éste está dentro de la dinámica de la situación comunicativa
que se está desarrollando, y por consiguiente, dentro de su discurso. Ambos,
situación comunicativa y discurso tienen y desarrollan un registro. Todo género, todo discurso, toda situación comunicativa
tienen un registro. Así, podemos considerar que los géneros se encuentran
situados dentro de las comunidades discursivas, donde tienen un propósito
comunicativo, y una estructura genérica, y ejercen una determinada acción
social y retórica. Pero todos ellos, a su vez, situados en el marco de una
situación comunicativa determinada, y en el marco de un registro determinado.
Por ejemplo, del texto,
The Cathedral Church of the Blessed
Virgin Mary in Salisbury, mencionado anteriormente, y que se puede
encontrar, repartido por los bancos, en la catedral de Salisbury, podemos decir
que pertenece a un tipo de género religioso, realizándose en el discurso que se
realice cada vez que el evento comunicativo religioso tiene lugar. Pero lo
relevante, lingüísticamente, de este género y de su discurso es el registro en
el que está enmarcado, con unas estrategias retóricas[16]
y unas estructuras gramaticales determinadas, que se realizan en un contexto
situacional determinado.
Ventola (1984) y Martin (1985) consideran
al registro y al género como diferentes planos semióticos: género es el plano
del contenido del registro, y registro es el plano de la expresión del género;
a su vez registro es el plano de contenido de la lengua. Consecuentemente,
Martin (1985) establece un modelo[17]
(ver Martin, 1984) con tres distinciones, donde el género es realizado a través del registro, y el registro,
a su vez, es realizado a través de la lengua.
Sin embargo, siendo género y registro
elementos de la caracterización contextual de la lengua, Ferguson (1994)
diferencia entre variación del registro, asociada con una situación
comunicativa que se produce regularmente en una sociedad, y variación del
género, asociada con un tipo de mensaje que se produce regularmente en una
sociedad. Y Threadgold (1989:96) afirma que los géneros no son simplemente
esquemas o marcos para la acción, sino que implican, también, unas maneras
características de hacer el texto (que estarían ubicados en el componente
situacional modo), y unos peculiares
conjuntos de significados y relaciones interpersonales.
Por su parte, Littlefair (1991:77-87) quien
examina también, de cerca los conceptos de género y registro, comienza
exponiendo que para algunos lingüistas tales como Halliday y Hasan estos dos
conceptos son términos sinónimos, mientras otros lingüistas los ven como
conceptos lingüísticos independientes, y considerando el propósito del hablante
o escritor sinónimo de género. Estos últimos argumentan que la estructura de un
género no está representada completamente por campo, tenor, modo, y que un
género tiene su propia identidad que es determinada por el propósito, pero el
cual es expresado a través del registro. Es decir:
― el propósito de la comunicación determina
la forma en la que nosotros hablamos,
― mientras el registro determina la elección de vocabulario, gramática, etc.
Y Couture (1986:82-86)
distingue que:
a) el registro condiciona
los niveles lingüísticos de vocabulario y sintaxis, mientras que el género
condiciona el nivel de la estructura del discurso;
b) a diferencia del registro, el género puede
ser solamente realizado en textos acabados o textos que pueden ser proyectados
como completos;
c) los géneros son textos
estructurados y terminables, y los registros representan selecciones
estilísticas generalizables;
d) los géneros tienen complementariamente
registros, y el éxito comunicativo de los textos requiere una apropiada
relación a los sistemas de género y registro.
Por otro lado, Lewin et al. (2001:21)
concluye que registro es un sistema complementario al género, seleccionando la
realización lingüística para una actividad particular. Ellos dan un ejemplo muy simple: “…the structure ‘greetings’ can be realized by
a variety of registers: ‘Good morning; hello; hi’.”
A todo este panorama, hay
que añadir que la definición de registro de Halliday y la definición de género
de Bajtín muestran un considerable grado de coincidencia: ambas giran sobre las
definiciones de las características lingüísticas y situacionales (Leckie-Tarry,
1995:12). Bajtín (Bakthin, 1986) considera que los géneros:
a) son determinados por la
naturaleza específica de la particular esfera de comunicación (pág.64), por las
consideraciones semánticas, la concreta situación comunicativa, la composición
de sus participantes, etc. (pág.78),
b) y ambas varían de
acuerdo a la situación, la posición social, y las interrelaciones personales de
los participantes en la comunicación (pág.79).
Pero, aunque las selecciones lingüísticas
pueden muy bien tener implicaciones genéricas, el género no resulta de estas
selecciones lingüísticas (Reid, 1987:34), sino más bien en un marco social y
cultural. Y desde esta perspectiva funcional, el registro privilegia el
contexto de la situación sobre el contexto social más amplio (Leckie-Tarry,
1995:8). En esta misma línea, entendemos que Fairclough (1988:113-116; en
Leckie-Tarry, 1995:15) desarrolla el término “formación ideológica-discursiva”,
donde incorpora juntos al registro y a las posiciones semiótico sociales sobre
género, y une al registro la diversidad ideológica y las relaciones de poder.
Si bien podemos decir que los registros
propician las selecciones en el nivel lingüístico, y los géneros las hacen en
el nivel de la estructura del discurso (Lewin et al. 2001:14), nosotros,
partiendo del siguiente planteamiento de Eggins y Martin (1997):
“The terms register (context of situation) and
genre (context of culture) identify the two major layers of context which have
an impact on text, and are therefore the two main dimensions of variation
between texts.” (Eggins y Martin, 1997:251)
entendemos que el contexto
de la situación (el registro) es el inmediato y relevante contexto que enmarca
al contexto de cultura (el género), al igual que enmarca a la lengua, en un
proceso comunicativo y en producto retórico-gramatical. Es decir, el registro actualiza la lengua, y actualiza el contexto de cultura (el
género).
Por ejemplo, el texto que
se produce en una secuencia de la película The
Fabulous Baker Boys[18],
donde Frank y Jack están sentados ante sus respectivos pianos, y ante un público
de mediana edad, en el salón-bar de un hotel, está situado en un contexto
inmediato de la situación: dos pianistas hablando entre sí para un auditorio [Thank you, thank you. Good evening and welcome to the Starfire Lounge. My name is…….You know,
my brother and I have been playing together, gosh, I don’t know. How long has
it been, Jack? ……Why? Well I guess you could say it’s the…… That’s a lot of
water under the bridge, eh, Jack? ……We must’ve shaved three lives off that cat,
eh, Jack?...].
Este marco contextual
inmediato hace que todo el diálogo de los dos interlocutores esté orientado a
producir (comunicativa y ostensivamente) un efecto determinado sobre el público
que está allí presente: darse a conocer, captar la atención y el interés, y
contribuir a que lo que van a tocar en el piano les guste al público presente.
Y dentro de este marco, y junto con las demás estructuras, se actualiza, y se
acomoda, una estructura genérica [That’s
a lot of water under the bridge, eh, Jack?] que pertenece, no a una
creatividad individual, sino a una cultura y a un contexto cultural donde hay
un conocimiento compartido que ha asimilado un significado contextual
metafórico [“Ha pasado mucho tiempo desde
entonces”]. De esta forma, entendemos que el contexto de la situación
maneja al contexto de cultura, en la interacción y comunicación de una
determinada situación.
Convenimos con Leckie-Tarry (1995:15),
quién señala que:
a) los registros son libres
para mediar en cualquier evento comunicativo, mientras que los géneros
representan eventos comunicativos socialmente reconocidos,
b) el registro demanda una relación entre el
texto y el contexto, el género se define como un proceso social orientado por
un propósito.
Así pues, hablamos
genéricamente, o hacemos un uso genérico de la lengua, además de un uso
creativo, o más individual. Pero siempre hacemos un uso registral de la lengua. Y es el registro de una determinada
situación, genérica o no, el que trae consigo un uso genérico, parcial o total
de la lengua.
5. Género
Dentro de la perspectiva retórica, Miller (1984) considera al
género como un medio de acción social, situado en un amplio contexto
socio-retórico. Para ella (págs.151-165), los géneros son entidades inestables,
pues el número de géneros en cualquier sociedad es indeterminado y depende de
la complejidad y diversidad de esta sociedad. Los géneros se corresponden con
la amplia escala de asuntos humanos. Y retóricamente una sólida definición de
género debe centrarse no en la substancia o forma del discurso, sino en la
acción en la que es usada. Para ella, considerar los géneros en el discurso
llano y sencillo no es trivializar su estudio, sino:
“…it is to take seriously the rhetoric in
which we are immersed and the situations in which we find ourselves...” (Miller 1984:155).
Y según Leckie-Tarry (1995:12), los teóricos contemporáneos sobre el
concepto de género afirman que éste, teniendo su énfasis en todos los niveles
contextuales y en la estructura lingüística, permite un doble punto de mira:
uno, sipnótico, sobre el texto como producto, otro, dinámico, sobre el texto
como proceso.
Así, podemos considerar que desde el punto de vista sipnótico, y de
acuerdo con Lewin et
al. (2001:37), la noción de género presupone un conjunto de eventos socialmente
prescritos; de modo que un texto pertenece a un género porque (este género)
encapsula la mayor parte de las estructuras que se esperan de ese género. Para
ellos, el género impone un orden prescrito en los textos, aunque (estos textos)
sean retóricamente diferentes.
Pero, desde el punto de
vista dinámico, y de acuerdo con Kress y Threadgold (1988:216),
podemos considerar que los géneros procesan acciones sociales, culturales, y
lingüísticas, socialmente aprobadas en una comunidad, implicando unas formas
propias de construir un texto, y unos característicos conjuntos de significados
y relaciones interpersonales.
De esta forma, el género
como proceso dinámico de producción de textos se sitúa en un contexto
sociocultural, pero su realización retórica (su ejecución comunicativa) se
sitúa en el contexto de una situación comunicativa determinada (en un registro)[19].
Desde una perspectiva
sipnótica, desde el texto como producto, el género, de acuerdo con Swales
(1986), puede considerarse como un discurso decretado, reconocido y reconocible
en la receptividad de los interlocutores. Pero tal ejecución comunicativa (o
realización retórica) también se sitúa en una situación comunicativa
determinada (en un registro).
Todo esto nos sitúa en la perspectiva
retórica de la que habla Miller (1984): el género como medio de acción (o
mejor, interacción) social, y situado en un amplio contexto socio-retórico.
Interacción social que desde “tenor” pretende unos propósitos comunicativos a
través de un evento comunicativo reconocible y en una determinada comunidad
lingüística (Swales, 1981, 1985, 1990; Bhatia, 1993)
Bhatia (1993:13-15) resalta
que la construcción de un género está primariamente caracterizada por el/los
propósito/s comunicativo/s que se intenta/n lograr. Este propósito o propósitos
comunicativos dan al género forma y estructura interna. Y cada género, añade
él, es un ejemplo de una realización exitosa de un propósito comunicativo
específico, usando un conocimiento convencionalizado de los recursos lingüísticos
y discursivos.
De acuerdo con estos propósitos
comunicativos que dan al género forma y estructura interna, Swales (1981, 1985,
1990) circunscribe género a “comunidad discursiva” (discourse community)[20], una comunidad lingüística específica
caracterizada por unos objetivos o propósitos discursivos. Nosotros entendemos
que éste está circunscrito, más bien, a “comunidad lingüística” (speech community) (una comunidad
lingüística general), ya que el propósito comunicativo está dentro del tejido
general de la lengua y no dentro de una parcela de ella, como puede ser la
literatura, la religión, la medicina, etc. La noción “comunidad lingüística” (speech community), de acuerdo con los
etnógrafos de la comunicación, la entendemos como un grupo de gente que
comparten las mismas reglas y modelos en el qué decir, cuándo, y cómo decirlo.
Y de acuerdo con Saville-Troike (1982), la gente, normalmente son miembros de
varias “comunidades lingüísticas” al mismo tiempo (pudiendo éstas estar
superpuestas), alterando sus normas comunicativas de acuerdo con la conducta
lingüística que conforma una determinada comunidad lingüística. Así, el propósito comunicativo no está
solamente ligado a grupos ocupacionales o especializados, sino a las
necesidades comunicativas del grupo en general y en particular. Pero aunque,
estos propósitos comunicativos, socialmente reconocidos, están en el tejido de
uso de la lengua de la “comunidad lingüística”, éstos estarán más marcados
conforme la comunidad sea más cerrada o especializada.
Por otro lado, los
individuos, al usar la lengua, suelen seguir modelos generales de conducta
lingüística y de pertenencia a esa comunidad (Yule, 1996:41). De ahí que género
tenga que ver más con la pertenencia a una comunidad
lingüística que con el desarrollo de una situación comunicativa; aunque,
aquí, el registro requiera al género para afrontar la situación. Ya que la
lengua se usa de forma diferente a través de las diferentes situaciones. Y
dentro de este marco, el uso genérico
(de expresiones y formas genéricas) de la lengua equipa a los miembros de una
comunidad para afrontar las diferentes situaciones.
En este sentido, Bajtín
(Bakhtin, 1986:60-102)
considera al género como la constitución de tipos de expresiones interactivas
relativamente estables. Él manifiesta que los géneros del discurso, al igual
que las formas gramaticales, organizan nuestra conducta lingüística; ya que nosotros aprendemos a expresarnos, y a
entender al otro, a través del genero. Para él, lo géneros nos guían en nuestro
proceso discursivo. Para nosotros, al guiarnos en el proceso discursivo para
acometer unos propósitos comunicativos, a través de unas estrategias
lingüísticas más o menos convencionales, los géneros cumplen, además, una función retórico-argumentativa,
realizándose en un determinado registro con un propósito social.
Así, los diversos tipos de interacción, tales como la
conversación en general, la conversación por teléfono, las entrevistas, los
variados tipos de reuniones para evaluar o tomar decisiones, los diferentes
tipos de discursos sin intercambio verbal, o los debates, etc., pueden
catalogarse como interacciones genéricas, y todas ellas desarrollan una función
retórico-argumentativa, de acuerdo con la específica situación comunicativa en
que se desarrollan.
Entendemos que Fairclough (2001) subraya esta función
retórico-argumentativa al afirmar que los discursos son diversas
representaciones de la vida social que están inherentemente posicionadas. Donde
estos discursos como parte de la actividad social se constituyen en géneros:
“Genres are diverse ways of acting, of
producing social life, in the semiotic mode. Examples are: everyday
conversation, meetings in various types of organisation, political and other
forms of interview, and book reviews.” (Fairclough, 2001:232)
Él habla de la “inculcación”
como acto o proceso de posicionarse en los discursos. Este proceso es logrado
mediante un despliegue retórico: la gente puede aprender nuevos discursos,
usarlos para ciertos propósitos, y al mismo tiempo mantener, conscientemente,
una distancia de ellos. Fairclough plantea que uno de los misterios de la
dialéctica del discurso es: el proceso en el cual lo que empieza como un
auto-consciente despliegue retórico llega a ser una apropiación, es decir: cómo
la gente llega a estar inconscientemente posicionada en un discurso. La
inculcación también tiene sus aspectos materiales, ya que los discursos son
inculcados dialécticamente no sólo en los estilos, en la maneras de usar la
lengua, sino que también son materializados en cuerpos, posturas, gestos,
maneras de moverse, etc.
6. Registro[21]
Registro puede considerarse como un
concepto abstracto, y como una construcción teórica que relaciona la situación
al texto, al sistema lingüístico, y al sistema social (Halliday, 1978:142).
Dijk (2001) lo considera más bien una noción vaga, comparable a la huella del
contexto en el texto, y siendo el resultado discursivo-estructural, donde la
lengua puede variar como consecuencia de las estructuras contextuales.
Para Gregory y Carroll (1978:64) registro es:
1) una muestra de lengua en acción, que puede ser descrita en términos
de rasgos gramaticales,
2) la realización de las posibilidades semánticas de la lengua, que
definen el significado que puede construirse en cada situación,
3) determinado culturalmente, ya que es la cultura de una sociedad la
que determina los modelos de entornos en los que la lengua puede producirse.
Y Gregory (1988:303-313) se
refiere al registro como la asociación entre lo que él llama “la situación
genérica” (situaciones recurrentes) y el significado potencial de la lengua[22]
que estamos usando o recibiendo, de acuerdo a nuestro conocimiento como
emisores y receptores en el uso de la lengua.
En
este último sentido, es muy probable que, en la
práctica diaria, un usuario hable o escriba varios registros; ya que el control
de un abanico de registros es de crucial importancia para la competencia
comunicativa de un hablante (Biber et al. 1998:135).
Pero registro es un concepto
sociolingüístico definido por las variables que concurren situacionalmente y
materializado en unas características lingüísticas (Ure, 1982; Ferguson, 1994;
Hymes, 1984; Halliday, 1978, Biber, 1995, etc.). Es decir, el registro es una variedad de
lengua caracterizada por su gramática
y su léxico, de acuerdo con su retórica:
con su uso en, y acomodación a, una situación comunicativa concreta. Situación,
donde además de un proceso de interacción social hay un proceso de cognición
informativa. En el registro se actualiza, se ponen en funcionamiento las
manifestaciones del discurso, y las variedades lingüísticas para lograr la
comunicación. Con estas afirmaciones pretendemos situarnos en la posición de
Halliday (1978:133-5), la cual manifiesta que todo tipo de
texto o discurso, incluida la conversación más espontánea e informal, tiene una
estructura genérica, la cual puede ser llevada dentro del marco del concepto de
registro. Y dentro de este marco,
situamos también las realizaciones lingüísticas de estilo y código. E
igualmente pueden ser llevadas dentro de él, las variedades lingüísticas de: dialecto, acento (estándar/no-estándar), antilengua (Halliday, 1978),
sociolecto, idiolecto.
Y, son los significados, incluyendo los estilos de significado y modos de
argumento, los que constituyen un registro, más bien que palabras y estructuras
como tales (Halliday, 1978:195). De modo que, el registro puede ser considerado más bien
que como un nivel de la lengua, como un macro nivel. Un macro nivel con una dinámica
retórica y unas realizaciones
gramaticales. Y cubriendo el abanico total de nuestra actividad
lingüística, a lo largo de todas las situaciones en las que usamos la lengua.
Ello implica que haya unos elementos formales y funcionales comunes en muchos
registros, y algunos comunes a todos lo registros (Halliday, McIntosh, y
Strevens, 1964).
En consecuencia, consideramos al registro
como el marco retórico-gramatical,
la arena, donde se actualiza la lengua y se realizan las manifestaciones del
discurso y las variedades lingüísticas. Podemos decir, basándonos en la
definición de registro de Reid (1956)[23],
que registro es la “conducta lingüística de un individuo” en sociedad, y por
tanto la conducta lingüística de cualquier acto comunicativo.
De ahí, que por registro
podemos entender también, la conducta lingüística de una comunidad, de una
sociedad, de una disciplina o actividad, etc. Pero, quizás esta última
consideración, llegue a difuminar y limitar claramente las clasificaciones de
registros. Así sucedió en los primeros años del estudio del registro, cuando
los lingüistas propusieron registros amplios tales como ciencia, religión,
publicidad, comentarios deportivos, pronóstico del tiempo, etc., y se vió que
los límites eran confusos para realizar una clasificación clara (Fowler,
1996:190). Sin embargo, las diferencias entre los tipos de registros pueden
definirse, bien en un nivel de generalidad (el registro hablado, el registro
escrito –en este caso definidos por “modo”-, etc.), bien en un nivel más
específico (el registro de una determinada situación: “una partida de ajedrez”,
etc.).
La contribución de Halliday et al. (1964) y
Halliday (1978) al desarrollo del concepto de registro ofrece unas bases claras
y bien definidas para lograr una clasificación de registros sencilla y
completa. Si registro es conducta lingüística, los componentes situacionales,
que Halliday propone, y que organizan lingüísticamente el registro, ―Campo, Tenor, Modo― distinguen muy
claramente las diferentes situaciones de esta conducta lingüística. Se trata,
de acuerdo con Eggins y Martin (1997:241) de una realización de dos
perspectivas:
a) la manera en que los
diferentes tipos de “campo”, “tenor”, y “modo” condicionan el significado
conceptual, interpersonal, y textual,
b) la manera en que las
diferentes selecciones de significado conceptual, interpersonal, y textual
construyen los diferentes tipos de “campo”, “tenor”, y “modo”.
Y es la sistemática unión,
que propone Halliday, entre la organización de la lengua y la organización del
contexto:
Multifunción (organización de
la lengua) Registro
(organización del contexto)
Significado Conceptual ←― usado para
construir ―→ Campo
(recursos para construir el contenido) (acción social)
Significado
Interpersonal ←― usado para
negociar ―→ Tenor
(recursos para interactuar)
(estructura
de roles)
Significado
Textual ←― usado para
desarrollar ―→ Modo
(recursos para organizar los textos)
(organización
simbólica)
Figura
1.
Organización de la lengua y organización del contexto[24]
Creemos, como Fowler
(1996:196), que una enumeración de rasgos lingüísticos asociados con esta
correspondencia es una manera clara y organizada de caracterizar el registro, y
por tanto de hacer una clasificación de ellos. Y entendemos que los registros
deben de ser definidos por sus propiedades formales.
Con todo, al abordar el estudio de diferentes
registros, o de un particular registro, no
encontramos con las siguientes cuestiones:
―
Los registros son distintivas variedades de lengua usados en diferentes tipos
de situaciones. Realizan, así, una determinada función comunicativa: acometen
una intencionalidad en una determinada situación comunicativa.
―
La competencia comunicativa de los individuos se realiza mediante los
registros, produciendo e identificando distintos registros de acuerdo con las
diferentes situaciones comunicativas[25].
De modo que, conociendo la situación o el contexto social del uso de la lengua,
esta competencia comunicativa puede predecir gran parte de la lengua que se
actualizará en esa situación. Pudiendo desplazarnos de un registro a otro de
acuerdo con las circunstancias. La intertextualidad realiza aquí una función
retórica,[26]
en cuanto que contribuye a la capacidad individual para significar. Y de
acuerdo con Gregory y Carroll (1978:58/72), la asociación repetida de campo, tenor, modo, en los tipos de
situaciones crea expectativas, que pueden ser encontradas o no, pero que
sugieren la noción de previsiblilidad (predictability)
de un registro, la cual puede ser trazada entre la situación y la lengua.
―
Un texto puede estar compuesto de diversos registros. Fowler (1991:60, 1996:197), en vez de que un texto está en un
determinado registro, prefiere decir que los registros están en los textos. Los textos son,
semánticamente, multidimensionales, realizando más de un significado al mismo
tiempo. Aunque, algunos textos pueden estar “sobre-registrados” (over-registrated) (Fowler, 1996:191), es decir, cargados de un tipo de registro
característico, por ejemplo, los documentos legales, científicos, religiosos,
etc. A ellos, Fowler (1996:191) los llama “registros hegemónicos” (hegemonic registers), en cuanto que
ejercen una autoridad absoluta en relación con el receptor de ellos. Pero los
textos son, generalmente, plurales, conteniendo una mezcla de registros.
―
Los rasgos lingüísticos que determinan cada tipo de registro vienen dados por
la correspondencia que Halliday hace entre los componente situacionales (Campo, Tenor, Modo) y las funciones del
lenguaje (Conceptual, Interpersonal,
Textual). Esta correspondencia,[27]
al igual que determinan los rasgos lingüísticos, también, determinan los
diferentes tipos de registros. De modo que, los textos que pueden ser colocados
dentro de los mismos rasgos de la situación y del uso de la lengua (ambos, en
una recurrente relación mutua) pertenecen al mismo registro.
Conviene prestar atención a dos conceptos
que Fowler (1996:197) subraya en relación con el contraste de textos
hegemónicos y de textos plurales, donde, en estos últimos, hay una mezcla de
registros y otras variedades lingüísticas (dialectos, sociolectos, etc.). Él
utiliza el término de “heteroglosia” (término sacado de la teoría dialógica de
Bajtín) para referirse a los textos donde esta mezcla es obvia y explícita, y
donde hay un propósito para realizar esta mezcla. Fowler (1996) conecta la
teoría de “heteroglosia” de Bajtín con la semiótica social y la noción de
registro de Halliday. Este término de heteroglosia, añade Fowler, esta
intrínsicamente conectado con el fenómeno de “defamiliarization”. La
“defamiliarización” viene cuando la recepción de estos textos origina un trabajo
extra por interpretarlos o procesarlos.
El término de “defamiliarización” nos
conduce:
a) Por otra parte, a
contrastar que el registro está determinado culturalmente (Gregory y Carroll, 1978:64), y puede tener unos intereses ideológicos
y de poder. En este sentido, Lemke (1985:227; en Stillar, 1998:55) habla de
“registros perdidos” (missing register)
como un mecanismo estabilizador para el orden social de una comunidad[28],
y como un sistema crítico y potencial de cambio que puede hacer surgir y reconocer
unos significados que antes no estaban y no lo eran en una determinada
comunidad.
b) Y por
otra, a considerar unas variedades de registros, que pueden ser especiales, o
marginales, debido a que obedecen a un uso de la lengua y a una situación especial
o marginal (por ejemplo el uso de la jerga). Estas variedades pueden realizarse
en unos textos hegemónicos, o estar incrustadas en unos textos plurales.
Halliday, McIntosh, y Strevens (1964:96) hablan de registros restringidos (“el
lenguaje internacional de la aviación”, etc.) y registros no restringidos o menos
restringidos (“documentos y regulaciones legales y oficiales”, “los pronósticos
del tiempo”, etc.), dentro de los cuales aparece lo individual, tanto en sus
rasgos paralingüísticos (la cualidad de la voz, la escritura, etc.) como las
características fonéticas y fonológicas que caracterizan a un individuo. Lemke
(1995:26, en Stillar, 1998:55) habla de registros caracterizados como sublanguages[29]:
rasgos semánticos y gramaticales característicos de actividades particulares.
Pero los registros no se definen por ser variedades especiales o marginales de
la lengua, sino que cubren el abanico total de la actividad comunicativa de la
lengua.
Por otro lado, los recursos de la lengua
están abiertos a la exploración mediante fines comunicativos. Y esta
exploración de la lengua puede dar paso al proceso de “re-registración” (re-registration) el cual, aunque Carter
(1997:129) lo atribuye al contexto literario, puede tener lugar en cualquier
contexto. La “intertextualidad”, que
no solamente es un fenómeno cotextual sino también contextual (Petöfi,
1987:379), ha sido llamada por Carter y Nash (1983) “re-registracion”. Con este
término, “re-registration”, se
refieren al uso apropiado, en el mundo textual literario, de un registro ya
existente en el uso de la lengua ordinaria. Nosotros entendemos que este
fenómeno suele ocurrir también fuera del mundo literario. Entendiendo, así, por
“re-registration” la acción de reutilizar, apropiadamente, cualquier estructura
de la lengua en otro contexto diferente al que suele pertenecer. En esta
pertenencia, esta estructura tiene un carácter genérico (adecuada a un
determinado propósito), y se identifica social y culturalmente con un
determinado registro (utilizada en una determinada situación).
Con todo ello, nosotros entendemos que
el registro es un marco complejo de
acción e interacción comunicativa, un concepto abstracto en el ciclo
texto-contexto, y la actualización de la lengua como texto y discurso, donde
hay una configuración implícita de factores contextuales, y una selección
explícita de estructuras lingüísticas o textuales.
Y nos planteamos que este
marco complejo de acción e interacción comunicativa, se trata de un marco
retórico, donde la conducta lingüística de un individuo es la argumentación (siempre hay una
intencionalidad y un efecto comunicativo). En este sentido, estamos adoptando
la posición de Virtanen (1992) al considerar que el discurso argumentativo
puede tomar fácilmente la forma de cualquier tipo de texto. Y por consiguiente,
entendemos que el registro es la conducta lingüística en el texto, y la
argumentación es la conducta lingüística en el discurso.
Así, el texto producido en la recepción de un hotel[30],
en la película Leaving Las Vegas[31], puede clasificarse, más bien, como un tipo
de texto descriptivo (o instructivo) con unas características específicas en su
registro: el recepcionista establece inicialmente una modalidad intrínseca de
obligación, mediante una oración en pasiva (con el verbo en imperativo) sin
agente (by-agent) [All rooms to be paid a week in advance],
y desarrolla todo su discurso a través de diferentes oraciones simples,
copulativas [maid service is optional,
use of the pool is at your risk] y existencial [there is no lifeguard on duty], de igual estatus en una relación
sintáctica de parataxis, con una disposición imperativa/declarativa, y una gran
fuerza ilocutiva sobre su auditorio al ser breve y conciso en su mensaje. Pero
como discurso desarrolla una dinámica o conducta lingüística argumentativa: la
primera oración [All rooms to be paid a
week in advance] funciona como una conclusión de un razonamiento implícito
relacionado con la posibilidad de que los clientes se vayan sin pagar, y las
siguientes oraciones [maid service is
optional, use of the pool is at your risk, there is no lifeguard on duty],
funcionan como premisas de un esquema argumentativo, desde donde el oyente
puede inferir las conclusiones: si quiero
servicio de habitaciones lo tengo que pagar / si me pasa algo en la piscina es
de mi responsabilidad.
7. Conclusiones
Producir, como usuario, una estructura
textual prototípica, puede ser una elección como miembro de una comunidad
lingüística o una elección como individuo. Pero, en cualquier caso, formaría
parte de lo que Enkvist llama “estrategia del texto” (text strategy): “a
goal-oriented weighting of decision parameters” (Enkvist, 1987:206). Es
decir, una estrategia retórica
orientada al receptor con el interés de facilitarle, al máximo, el propósito comunicativo
que se pretende. Una estructura prototípica puede funcionar en un abanico
comprendido entre código restringido y código elaborado, y así apoyarse en unos
recursos lingüísticos o en otros (por ejemplo, el léxico, la modalidad, el
flujo informativo, etc.).
Pero, entendemos que es la noción y la
realización del registro correspondiente a la situación comunicativa quienes
facilitan y acomodan el género o tipo de texto y discurso, el código o el
estilo, a las estrategias comunicativas del texto, o estrategias retóricas. Las
diferencias entre los rasgos de la lengua que distinguen los tipos de discurso
no solamente, y principalmente, reflejan el modo escrito o hablado, sino más
bien el género y el registro (ambos vinculados), los cuales tienen su origen en
un contexto y objetivos comunicativos (Tannen, 1982:18). Consideramos al
registro como un nivel retórico por
encima de toda tipología de textos y discursos, de géneros, de códigos o
estilos. La variedad de discursos y la variedad de textos que pueden existir
derivan de la realización del discurso y el texto como un proceso de
interacción y como un producto retórico-gramatical de la situación
comunicativa.
Cada cultura tiene sus propios discursos. Y
el contexto socio-cultural es imprescindible para que el proceso comunicativo,
el discurso, se realice, y para que el texto, el producto de este proceso, sea
visto como discurso[32].
El texto y el discurso no pueden ser estudiados y/o analizados más que
interpretando sus configuraciones lingüísticas de acuerdo con los parámetros de
la situación. Una tipología de textos o discursos depende fundamentalmente de
su realización como registros. Donde, no se trata de estudiar el texto desde el
interior, y el discurso desde el exterior; sino de estudiar el registro de ese
texto y de ese discurso. Y desde este panorama, trazamos el siguiente diagrama
para situar al registro con respecto al discurso, como proceso de interacción,
y al texto, como producto retórico-gramatical:
Figura 2. El registro como marco
lingüístico-comunicativo
Si la lengua es la materia para que el discurso
y el texto se realicen, éstos, a su vez, dependen del registro para obtener su
identidad. El registro es intrínsico a todas las culturas (Biber, 1995:5), y
mediante él, creemos, que estas culturas obtienen y mantienen su identidad. Es,
pues, en el marco
lingüístico-comunicativo donde se acomodan los procesos discursivos (como
procesos de interacción) y los productos textuales (como productos retórico-gramaticales).
Dentro
de este marco, el discurso, como práctica compleja en su proceso comunicativo y
en su carácter de intención cognitiva y social (el discurso es un asunto de
cognición y realidad), nos conduce a una dinámica retórica y argumentativa. Entendemos
que la retórica y la argumentación son cuestiones que abarcan la
caracterización del discurso: ya que usar la lengua es comunicar e interactuar
con unas ideas, creencias, y emociones en unas situaciones determinadas. Y
discurso es esa interacción, con una concreción textual. De modo que, el
discurso, como proceso, y el texto, como producto, tienen en común esa
dimensión interaccional de naturaleza retórico-argumentativa. Donde la
variabilidad y la adaptabilidad pueden considerarse como las grandes características
comunicativas de nuestra conducta lingüística. Aquí, el registro sistematiza
estas características comunicativas actualizando la lengua de acuerdo con el
proceso semántico-pragmático –el discurso-, y en un producto gramático-retórico
–el texto. Y siendo la argumentación un discurso que subyace en la base de todo acto de
habla, y por consiguiente en la acción de todo discurso.
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[1]
Steiner y Veltman (1988:2) consideran a la
Pragmática más una perspectiva que un
nivel o componente de la lengua, y consideran que aspectos de los otros
componentes de la lengua (semántica, sintaxis, fonética y fonología,
morfología, lexicografía) pueden ser justificados pragmáticamente. Aquí, habría
que matizar que esta perspectiva es perfectamente compatible con la
consideración de la pragmática como sistema
de la lengua, el cual opera conjuntamente con el otro sistema: la gramática (Leech, 1980). Así, con la perspectiva pragmática nos estamos
refiriendo a una dirección de estudio de la lengua, y con el sistema pragmático nos referimos al uso
situacional de la lengua.
Una perspectiva que Morris (1948:30) la
circunscribe a todos los fenómenos psicológicos, biológicos, y sociológicos que
ocurren en el funcionamiento de los signos.
[2] Nystrand (1986:42-46)
compara el texto escrito con el circuito eléctrico: hay potencial pero no arco
de significado hasta que algún lector completa el circuito. Y distingue entre
contexto de uso (o contexto de la situación [cfr. Firth 1957]) y contexto de
producción (context of utterance
[cfr. Lyons, 1977]). El contexto de
producción se refiere a la ocasión de la creación del texto por el hablante
o escritor, mientras el contexto de uso
se refiere a la ocasión en la cual el texto es realmente procesado por el
oyente o lector. En la lengua hablada, esta distinción no se realiza debido a
que ambos contextos son idénticos. Nystrand observa que el hecho de que los
escritores no conversen con los lectores cara a cara, o que sus textos hablen
independientemente de su presencia física real, no significa que los textos
funcionen independientemente del contexto, sino que a diferencia del texto
hablado, los textos escritos están compuestos para un contexto de uso eventual.
[4] La
página principal y todas sus páginas asociadas a ella conformando un discurso y
un texto de acuerdo con el tema, “la nocividad del tabaco”.
[5] “Este término
posee, naturalmente, una aplicación y una utilización específicas en la
lingüística. No obstante, su empleo extralingüístico es tan frecuente y amplio
que llega un momento en el que no se sabe a ciencia cierta qué pensar, qué
decir.” (Martínez-Dueñas, 1992:161)
[6] La lengua cobra vida
sólo cuando funciona en algún entorno o ambiente. Nosotros no experimentamos la
lengua aisladamente (si fuese así no se reconocería como lengua) sino siempre
en relación a un escenario, a algún trasfondo de personas, acciones y eventos
desde quienes las cosas que se dicen derivan su significado. Éste es el
concepto básico de contexto de situación
primeramente formulado por Malinowski. Él utilizó los términos "contexto
de cultura" además de "contexto de la situación" para describir
estas influencias sobre el uso de la lengua. Estableció que el aspecto más
importante de la lengua es su función. Y esta función está dentro de una
función social. Malinowski señaló que la situación social es en sí misma parte
del contexto de cultura. Así, nosotros usamos la lengua dentro de una cultura,
pero más concretamente dentro de una cierta situación. Este concepto fue
elaborado después por Firth (1957) quien expuso que para entender el
significado de la lengua, debemos entender la situación o contexto en el cual
es usada. El contexto de la situación también ha sido trabajado por muchos
otros lingüistas, siendo el modelo de Hymes el más conocido y donde la
situación de habla está categorizada por ocho componentes: forma y contenido
del texto (form and content of text),
contexto (setting), emisor, receptor
y todos los que están presentes (participants),
objetivos (ends (intención y
resultado (intent and effect)), tono (key), el medio utilizado (médium), el género y las normas de
interacción e interpretación (genre and
interactional norms). En esta categorización podemos ver como el texto
mismo forma parte de la situación.
Malinowski y Firth por un lado, y Hymes por
otro representan, respectivamente, a dos tradiciones influyentes en el estudio
del contexto: el Contextualismo Británico (British
Contextualism) influyendo en la tradición Europea, y la Tradición Americana
(American tradition).
[7] El contexto
de expresión se refiere a la situación dentro de la cual el discurso es
llevado a cabo. El contexto cultural
se refiere a la completa red de convenciones sociales y económicas, y a todas
las relaciones, escenarios familiares e instituciones. Los dos tipos de
contextos ejercen influencia sobre la estructura del discurso: el contexto de
la expresión es inmediato pero sin embargo convencional, el contexto cultural
es más amplio, altamente estructurado, y puede determinar los posibles tipos de
contextos de la expresión (tipo de situaciones), y, de esta forma, influir en
el tipo de discurso que se puede usar en ocasiones específicas.
El contexto de referencia tiene que ver con el tema o el contenido del
texto. Este contenido que es referido, es conocido en lingüística como campo (field) o dominio (domain) de un texto. Existe una relativa independencia entre el
tema-contenido y los conceptos de la expresión y cultura. Esta independencia es
conocida como desplazamiento (displacement),
que es la capacidad del habla humana para referirse a cosas y eventos que son
trasladados en el espacio y el tiempo del inmediato contexto de la expresión.
El contexto de referencia y el contexto de expresión coinciden cuando la lengua
es usada para demostrar o comentar algún objeto o actividad presente. Aquí, la
“defamiliarización” ocurre cuando el contexto de referencia introduce
elementos que de alguna forma se desvían del esperado contexto cultural.
[8] Malinowky formuló el
concepto de “contexto de situación” en 1923 en su suplemento a Ogden and Richards, The Meaning of Meaning. Firth lo elaboró especialmente en un
trabajo escrito en 1950 llamado Personality
and language in society. Hymes lo trató en su trabajo Models of interaction of language and social setting. Halliday, McIntosh y
Strevens hicieron una interpretación más abstracta en The linguistic Sciences and Language Teaching, proponiendo los tres
elementos Field, Mode, Tenor (adoptando la terminología preferida por Spencer y
Gregory en Linguistics and Style)
(Halliday y Hasan, 1976:21-22).
[9] “There
is, in other words, a general tendency whereby the speaker, in encoding the
role relationships in the situation (the tenor; Hymes's ‘participants’ and ‘key’), draws on the interpersonal
component in the semantic system, realized for example by mood; in encoding the
activity, including subject-matter (the field; Hymes's ‘setting’ and ‘ends’),
draws on the ideational component realized for example by transitivity; and in
encoding the features of the channel, the rhetorical mode and so on (the mode;
Hymes's ‘instrumentalities’ and ‘genre’) draws on the textual component,
realized for example by the information focus. These are approximations only;
but they are suggestive given that the two sets of categories, the components
of the speech situation on the one hand and those of the semantic system on the
other, are established independently of each other.” (Halliday, 1978:63).
[10] El estudio de la variación lingüística ha tenido una gran
influencia en el trabajo desarrollado por William Labov, quién introdujo el
concepto de la variable lingüística. Esta variable (“otra forma de decir la
misma cosa”), viene determinada por las fuerzas sociales y lingüísticas.
[11] De manera general, se consideran dos tipos de variación en
la lengua: una centrada en el usuario, el dialecto (diferentes maneras de decir
la misma cosa); y otra centrada en uso, el registro (maneras de decir
diferentes cosas).
[12] El concepto de “acomodación” ha sido introducido y
desarrollado por Howard Giles y sus seguidores (ver Giles, 1973; Giles y Smith,
1979)
[13] Consideramos como fundamentales, en el concepto de
“variables lingüísticas”, los dos trabajos de Labov (1972a, b): “Sociolinguistic Patterns” y “Language
in the Inner City”.
[14] Fairclough (1995:57) entiende que la práctica del
discurso implica aspectos de los procesos de producción y consumo de texto
dentro de una práctica sociocultural.
[15] Swales
(1990) plantea que no todos los eventos comunicativos pueden ser considerados
géneros:
“In fact, there
are at least two areas of verbal activity that I believe are best considered to
lie outside genres: casual conversation or "chat" and "ordinary
narrative".” (Swales,
1990:58)
Él los considera pregéneros, una base de la cual han
nacido o se han desarrollado unos específicos tipos de interacción. Pero este
planteamiento de Swales puede ser debatible, ya desde sus propias aportaciones,
puesto que:
1) el género está caracterizado primariamente por
sus propósitos comunicativos,
2) y puede ser un texto entero o un texto con
posibilidad de ser completado.
Por otra parte, Lemke (1991: 29-30) se manifiesta
casi en la misma línea que Swales, parte de la cual es, en cierto modo, discutible.
Lemke hace una distinción entre formaciones (modelos de texto) y sistemas (registro o géneros).
Para él las "formaciones" nos dicen lo que es típicamente dicho y
hecho en una comunidad; mientras que los "sistemas" nos dicen lo que
puede ser significado con los recursos que ello despliega, solamente en unas
formas más limitadas. De todas formas, a esto hay que añadir que las
formaciones (modelos de texto), que Lemke plantea, quizás no terminan de
definirse por un concreto tipo de texto, pero sí que pueden determinar el
pertenecer, a un tipo de género, a un tipo de acto comunicativo perteneciente a
una determinada cultura y comunidad discursiva. Y las "formaciones"
pueden considerarse como ubicadas dentro de los "sistemas", y perteneciendo
a sus diferentes parámetros. De hecho, Lemke afirma que las
"formaciones" son menos generales que los "sistemas", pero
modos más económicos de descripción para ciertos propósitos.
[16] La
retórica del discurso viene dada por toda la participación colectiva,
ritualizada, a través del texto y su significado extraído individual y
colectivamente; y la retórica del texto viene dada por toda su estructuración
textual de acuerdo con el mensaje o significado que se pretender establecer
(religioso, de creencias,…) según una determinada intención comunicativa.
[17] Melrose
(1988) y Lemke (1988) hacen diferentes propuestas al modelo de Martin. Melrose
(1988: 40), asigna el concepto de género
al plano del discurso, como parte de
la expresión-forma del registro, explicando que Martin (1984), en su modelo,
tiene un cuarto y más alto plano, la ideología,
del cual el género es la expresión-forma, e implicando, de ese modo, que
estructuras esquemáticas tales como la narrativa o interacciones a través de
los distintos servicios públicos, comerciales, etc. (service encounter) son productos de una ideología particular.
Para Lemke (1988:162-3), el modelo de Martin (1985),
donde el género es establecido como un sistema semiótico connotativo por encima
de registro, con el registro como su realización, tiene la ventaja de que
preselecciones aparentes en el registro pueden ser atribuidas a las selecciones
al nivel de género.
[18] Dirigida
por Steve Kloves. The Rank Organisation/Gladden Entertainment, 1998.
[19] En
esta misma línea, Martin (1984) sitúa al género
en el contexto de cultura y al registro en el contexto de situación; entendiendo por cultura: el un conjunto de
actividades genéricamente interpretables, donde cada persona está virtualmente
participando en un género u otro; el cual es realizado por las oleadas de campo, tenor, modo, fluyendo a través del texto y dándole un propósito
característico y una estructura organizada.
[20] Swales (1990:24), desde su noción de género,
distingue entre Speech community /
Discourse community. Speech community
es un agrupamiento sociolingüístico: las necesidades comunicativas del grupo,
tales como socialización o solidaridad de grupo, tienden a predominar en el
desarrollo y conservación de sus características discursivas. Discourse community es un agrupamiento
socio-retórico: las necesidades comunicativas de sus objetivos o propósitos
tienden a predominar en el desarrollo y mantenimiento de sus características
discursivas. Speech community es
centrípeta (tiende a absorber a la gente en ese tejido general). Discourse community es centrífuga
(tiende a separar la gente en grupos especializados por interés o grupos
ocupacionales).
[21]“The term
‘register’ first came into general currency in the 1960s. According to
Halliday, it was first used by Reid in 1956 and later developed by Ure (Ure and
Ellis, 1977). He himself, in 1964, described register (Halliday et al.,
1964:77) as ‘a variety according to use in the sense that each speaker has a
range of varieties and chooses between them at different times’, to distinguish
the term from dialect, which is ‘a variety according to user, in the sense that
each speaker uses one variety and uses it all the time’. Hence this concept of
register has been seen by Halliday and others as bound to a particular
discursive situation.” (Leckie-Tarry,
1995:6).
Para un
estudio detallado del concepto de registro (su origen y desarrollo) ver a
Beaugrande (1993).
[22] “ideational –field- function potential, interpersonal
–tenor- function potential, textual –mode- function potential” (Gregory, 1988:312)
[23] “For the
linguistic behaviour of a given individual is by no means uniform; placed in
what appear to be linguistically identical conditions, he will on different
occasions speak (or write) differently according to what may roughly be described as different social situations: he will
use a number of distinct `registers'.” (Reid, 1956; en Fowler, 1996:190)
[24] Esta figura es una
reelaboración nuestra, de la tabla 9.1 de Eggins y Martin (1997:239): The functional organization
of language in relation to categories for analysing context.
[25] “Register-shifting may indicate formal education and a
conscious awareness of linguistic norms.” (Gregory
y Carroll, 1978:72).
[26] “…hay que hablar de
la intertextualidad, como otro elemento que contribuye a esa efectividad
retórica, no sólo en su nivel de expresión y convicción. La intertextualidad
tiene asimismo una dimensión retórica.” (Martínez-Dueñas, 2003:27).
[27] Fowler
(1996:193) hace una clara correspondencia de todo ello.
[28] En este sentido de orden social establecido, Frow
(1986:76-69) ve a los registros como sistemas normativos gobernando la
producción, transmisión y recepción de apropiados significados, por apropiados
usuarios, en apropiadas formas en determinados contextos sociales
(Leckie-Tarry, 1995:33).
[29] “Sublanguages
are usually taken from science and technology domains and are restricted to a
particular topic. Examples of sublanguages analyzed to date include scientific
journal articles on lipoprotein kinetics…, Navy, telegraphic messages…, weather
reports…, aviation maintenance manuals, and stock market reports…. Because they
are so restricted in purpose and topic, sublanguages are much more systematic
in structure and meaning than the language as a whole;…” (Biber, 1995:16)
[30] Mientras Ben espera para
inscribirse, el administrador y recepcionista explica las reglas de la casa a
una familia numerosa: All rooms to be
paid a week in advance, maid service is optional, use of the pool is at your
own risk, there is no lifeguard on duty.
[31] Dirigida por Mike Figgis, 1995, MGM Home Entertainment.
[32] “…unless the context is fully specified, it is
impossible to view a text as discourse.” (Stewart, 1991:120)
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