La reforma de los planes de estudio universitarios y en concreto de los de formación del profesorado está suponiendo una revisión a la baja en el número de créditos que cada uno de ellos ha de contener, pero sin que por ello se haya tenido en cuenta el consiguiente perfil que se derive de tal proceso formativo. Sorprende analizar un aspecto importante de la práctica profesional como es la innovación y los procesos de mejora y encontrarnos que es donde mayores lagunas existen. La formación recibida no satisface a las partes, ni los que imparten la formación ni los que la reciben. Curioso. Y más cuando después de una evaluación del sistema educativo y la función de los docentes en la que se señalan las lagunas y deficiencias formativas, no hayan sido tenidas en cuenta algunas de las sugerencias importantes que la comisión de evaluadores expertos ha señalado. Y me refiero en concreto a la investigación educativa. En estas líneas pretendo analizar la formación que el profesorado ha recibido y recibe con respecto a la investigación educativa y la metodología para llevarla a cabo. En una primera parte analizo algunos aspectos relacionados con la formación, tanto inicial como permanente, en lo que a oferta formativa se refiere. Posteriormente, hago una reflexión sobre el modelo de profesional que se requiere en los centros docentes y que sólo analizado desde una perspectiva investigadora, una actitud crítica, y un espíritu de innovación harán posible su concreción en la práctica
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