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Resumen de Introducción: alteraciones de la imagen corporal

Inmaculada de la Serna de Pedro

  • Introducción La preocupación anómala por la imagen corporal no es exclusiva de nuestros días. La historia y la cultura de los pueblos nos enseñan que forma parte de la humanidad. Sólo de esta manera se pueden entender prácticas aparentemente bárbaras en diversos grupos poblacionales, que nosotros observamos con la distancia de personas civilizadas. Las elongaciones o aplastamientos craneales observados en culturas precolombinas, las atrofias en los pies de mujeres de Extremo Oriente consecuencia del vendado a que se les sometía desde la más tierna infancia, los largos cuellos de jirafa de determinadas tribus de África o las elongaciones de orejas o labios, hacían más bellas a estas personas que ahora nos parecen deformes o monstruosas. Aunque la atención a la apariencia y la figura ha existido siempre, en los últimos tiempos alcanza proporciones sin precedentes. En nuestros días, la preocupación por el cuerpo, por el aspecto exterior o por alcanzar los vigentes cánones de belleza, mueve enormes cantidades de dinero, provoca ingente número de artículos periodísticos y de programas en medios audiovisuales, atrae la atención del público y ocasiona severas repercusiones sobre la salud. Genera una patología muy variada y frecuente que pone en peligro la vida de las personas, y consume muchos recursos públicos o privados en países similares al nuestro con enormes gastos directos, indirectos e intangibles. Existe un creciente interés por la dietética, la salud y el deporte en contraste con la vida sedentaria y la mala alimentación que se sigue. Se extienden conductas extravagantes como la ortorexia (alimentos ¿puros¿ o ¿correctos¿), exageración de las dietas naturistas que pueden repercutir en la salud, u otras desviaciones similares que preparan el terreno para desembocar en un trastorno de la conducta alimentaria (TCA). Al tiempo que se incrementa el sedentarismo, para compensar, se crean actividades físicas artificiales acudiendo a los gimnasios. El ejercicio, así, puede tomarse como diversión para llenar el ocio, considerarse indispensable para mantenerse en forma ¿mens sana in corpore sano¿, o alcanzar dimensiones patológicas. Las alteraciones en el esquema corporal han dado lugar a cuadros clínicos de diversa naturaleza, físicos y psíquicos, unos perfectamente identificados e integrados en las clasificaciones de las enfermedades mentales, y otros de ubicación oscura o aún no reconocidos como tales, que plantean dudas acerca de donde situarlos en el marco de la nosología. En este contexto, un problema importante es el concepto de ¿Alteración del esquema corporal¿. La imagen corporal es un constructo (concepto) complejo, integrado por percepciones, creencias, pensamientos o actitudes hacia el cuerpo, pero también por las experiencias y sentimientos que el cuerpo produce y las conductas relacionadas. Se intenta la conceptualización de la llamada imagen corporal utilizando medidas apropiadas en contextos específicos1. El constructo de la imagen corporal es multidimensional con varios componentes mensurables y con aspectos cognitivos, afectivos, emocionales, conductuales, de satisfacción subjetiva, perceptuales o de actitud hacia el cuerpo2, 3. La propia percepción del cuerpo y la estimación del tamaño refleja factores cognitivos y de actitud4, 5. Los aspectos cognitivos valoran las condiciones físicas integrándolas en una unidad y el componente emocional, por su parte, incorpora el grado de satisfacción e insatisfacción en relación a la representación mental, la emoción ligada al cuerpo. La satisfacción con la apariencia y la preocupación por ella nos habla de lo importante que es para el individuo desde el punto de vista psicológico. Sin embargo, la dimensión de la internalización de los estándares sociales, de ser atractivo o bello, resulta diferente como estado o rasgo, según sea temporal o permanente. La distorsión acerca de la propia imagen es relativamente frecuente, pero depende del grado y repercusión en otras áreas de la vida para que adquiera una dimensión patológica; existe dificultad para establecer el punto de corte entre lo normal y lo anómalo, y por eso resulta necesario fijar criterios diagnósticos y una definición operativa clara6. El ideal de belleza y su significación va cambiando a lo largo de la historia. En algunos grupos intelectuales, la preocupación excesiva por la musculatura, la forma corporal o el deporte se veían antes como propio de personas menos interesantes, de escasa inteligencia o con poca atención hacia los valores intelectuales. Ahora, la musculatura se asocia con vigor y salud y se aleja de la estética de la época romántica -delgados y pálidos-, o del cuerpo de perfección clásica.


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